👕 S08E12 De robots pedorros

TL;DR

• Soy solo cumple 5 y está de fiesta.

• Muchos coaches son buenos para ayudarnos a lograr resultados –aunque algunos parecen vendehumo, necesitamos más y mejores.

• Saul Goodman al rescate.

¡Extra, extra! ¡Soy solo cumple hoy 5 años! Para celebrar, te lo regalo: esta semana, de martes a sábado, el libro más vendido de la historia de Leo Piccioli estará gratis en Amazon Kindle.

El episodio de la semana pasada anduvo, según la encuesta, muy bien… 66,3% dijeron “Espectacular”...

Sin embargo, el promedio de todos los episodios está en 80,5% de “Espectaculares”... Mi trabajo está en riesgo, tengo que mejorar.

-Creo, Leo, que deberías trabajar con un coach.

Era julio de 2005 y, cuando Mariano, de Ventas, me disparó eso, tuve que morderme la lengua para no echarlo.

¿Cómo me iba a decir a mí, su jefe, que necesitaba ayuda?

Seguramente, si me lo hubiera dicho cualquier otro, lo habría echado. Pero a Mariano acababa de contratarlo yo mismo, apenas aterrizado en el puesto de gerente general. Así que elegí confiar.

Dieciocho años después, el mundo cambió.

-Hola, Leo, acabo de asumir como CEO y tenemos la política de buscar un coach o mentor con experiencia de línea, para acompañar los primeros meses, ¿te interesa? -me suelen preguntar.

Con mi primer coach aprendí que todo lo que un líder hace, comunica. Saberlo me hizo mucho más poderoso.

Un día le describí cómo venía charlando con mi equipo sobre las decisiones de la corporación, de mis jefes, que nosotros no seguiríamos. Para mí era obvio: estaban haciendo algo en los Estados Unidos que no se aplicaba a nuestro país. Teníamos que desobedecer.

Mientras charlábamos, me iba preocupando por la cara de preocupación de ellos. “Te van a echar”, parecían decir.

-No se preocupen, estamos haciendo las cosas bien y dando buenos resultados. Esta decisión que tomaron entra en conflicto con la Visión que ellos mismos definieron antes y yo quiero cumplir con lo importante. No obedecer esta orden no va a tener ninguna consecuencia, es lo correcto.

Ese día, con mi coach, entendí algo terrible, que me bañó de humildad.

-Imaginate, Leo, que una decisión tuya sea tratada por alguien de tu equipo igual que como lo estás haciendo vos con tus jefes, que digan: “Lo que Leo dice no importa, hagamos esto otro, que va alineado con lo que dijo hace un mes, mucho más importante”.

Me enojé muchísimo, sentí cómo se me iba la sangre a la cabeza. La sesión terminó conmigo pensando que, tal vez, había sido la última. No podía soportarlo más.

Años después, entendería, también, que quizás mis jefes ya habían pensado en mis resultados cuando me dieron una orden que yo no quería cumplir. Puede ser que, cuidando la operación que yo lideraba, dañaba a toda la corporación.

Interfaz brasileña

En 2003 había fracasado con un proyecto puntual en Brasil. Bueno, si no tenemos en cuenta que fue el disparador de una conferencia que di sobre ese fracaso, en donde me fue muy bien.

Lo primero que decidí diez años después, cuando me hice cargo de la empresa en ese país, fue contratar a un coach que me ayudara con “la interfaz argentino-brasileña”. Ya el solo uso de esa palabra me recuerda todo lo que avancé con mi “interfaz humana” en este proceso. Y es la falta de esa interfaz, justamente, uno de los serios problemas que tienen las empresas creadas en el siglo XX. ¿Un empleado tiene mala relación con su jefe? Al coach. ¿Discute mucho con sus compañeros? Al coach. ¿Un jefe tiene mala relación con más de un empleado? Al coach. ¿Discriminación? Coach. ¿Conductas abusivas? Who you gonna call? Mezcla de intento de ayuda y de lavarse las manos.

A veces, pienso que las empresas también tienen que ir al coach, así vuelven a ser humanas.

Aquí es donde pego

Desde hace unos años, el coaching, en sus distintas corrientes, se puso de moda, sea para la vida, para los negocios o para lo que a cada uno le haga falta. Algo similar pasó hace décadas con la psicología. Yo tuve experiencias buenas y malas, con unos y otros.

Mi pareja, Daniela De Lucía, es una coach genial a la que admiro mucho. Ver el impacto positivo que ella tiene sobre las personas me recuerda a mis interacciones con mis coaches y, también, las cientos de veces que, sin ser yo coach, pude ofrecer un punto de vista diferente que abrió una puerta para alguien.

“Pero, Leo, yo fui a un coach que era pésimo”... “Los coaches dicen cosas obvias y esperan que les paguemos por ello”... Escucho los pensamientos de algunos de mis lectores. Magia. O no, porque en realidad también tuve la suerte de ir a una coach que me recomendaron y encontrarme con que fue una pérdida absoluta de tiempo. Un retroceso si no hubiera aprendido, desde entonces, a hacer mejores preguntas antes de trabajar con un coach.

De hecho, aquí te dejo algunas preguntas incómodas para elegir a tu coach.

Tanto de los casos positivos como del negativo, encontré un patrón: ese punto de vista diferente, esos aportes, son casi siempre enfocados en nuestra humanidad, en la empatía, en indagar qué queremos y por qué. Parecería que lo que nos falta a todos es desarrollar, un poco, esa interfaz humana.

Y aquí es donde me pegan

Sigmund Freud nació en 1856. ¿Será que la psicología, esa ciencia o arte tan nueva todavía en desarrollo, no es suficiente para lo que necesitamos hoy? ¿Qué es mejor para ser feliz: resolver un problema de raíz en cinco años o cambiar sus efectos concretos hoy? ¿O será que deberíamos tratar nuestra ansiedad por tener resultados inmediatos con un psicólogo, en lugar de dejar que nos lleve al coach para obtener resultados ya mismo?

Hace unas semanas escribí acerca de si “reclamar a RRHH por tu jefe”, ofreciendo un punto de vista diferente. Esta respuesta me encantó.

Supongo que todos queremos, al final del día, ser felices. Sin embargo, la mayoría de las veces ponemos el foco en otro lado: buscar la justicia, opinar de otros, compararnos, tocar la bocina... Yo asumiría que el 80% de los humanos no sabe cómo ser feliz. Necesitamos cambiar la educación, formarnos distinto, modificar las variables que perseguimos (¡PBI!) y más.

Pero yo aprendí a no contar con eso.

Si 8000 millones de personas que antes no tenían tiempo de perseguir la felicidad, ni dinero para invertir en ella, cada vez tienen más de ambos (es un dato de la realidad, no me discutas con un caso puntual), ¿quién los va a ayudar? La cantidad de coaches (sí, y de psicólogos) que necesitamos es, entonces, enorme.

Con el tiempo, desarrollaremos nuestra capacidad de ser felices, de reenfocar nuestra energía ya no hacia acumular y consumir, sino hacia lo que es realmente importante para nosotros.

Preparando el ADN para el futuro

Todas las especies del planeta viven, de alguna manera, como “vehículos del ADN”: tienen como objetivo sobrevivir y reproducirse, nada más.

Ninguna se plantea cómo ser feliz.

Durante 100.000 años, los humanos tampoco. Dedicábamos toda nuestra energía a lo que podíamos: sobrevivir. Pero éramos demasiado inteligentes. Comenzamos a inventar formas de que eso fuera más simple y a contarle a nuestros hijos cómo hacerlo para que su camino lo fuera todavía más. Durante muchas generaciones, fuimos, cada vez, más eficientes: lográbamos más en menos tiempo y eso liberaba unos minutos al día. Con la revolución industrial, se comenzó a acelerar el proceso. Pero todavía la producción necesitaba de “elementos” que realizaran las tareas repetitivas.

En las últimas décadas, las tareas que hacían estos “elementos” comenzaron a automatizarse: podemos devolverle a las máquinas lo que era de ellas. Y en lugar de tener “unos minutos más al día”, pasamos a tener mucho más tiempo. Lo que sociedades antiguas lograban teniendo a otros humanos como esclavos, nosotros estamos haciéndolo con tecnología.

El problema es que no sabemos cómo ser felices, y no porque seamos burros, sino porque nunca antes pudimos serlo. Nunca existieron humanos con tanto tiempo y tanto acceso al conocimiento como vos.

No tenemos los siglos de desarrollo de las habilidades humanas que sí tenemos en las ciencias.

Necesitamos ayuda para ser felices. Yo descubrí que muchas veces alguien externo puede ser esa ayuda.

¿Querés ser coach para ayudar a otros? Empezá a ayudarlos ya. Entregá valor gratis a la mayor cantidad de gente posible. El mercado es enorme y está en crecimiento. Formate. Empezá a cobrar, lo más caro que puedas. Seguí aprendiendo. Compartí todo lo que puedas. Ahorrá para dentro de dos generaciones, cuando ya no se necesiten tantos coaches, para ser feliz habiendo ayudado a miles de personas.

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BITS & NEWS

• IBM suspende contrataciones que la inteligencia artificial podría reemplazar.

• ¿Cómo buscar un trabajo remoto? Dynamite Jobs es una opción. Braintrust es, digamos, distinto.

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• Este jueves 11 de mayo estaré dando una conferencia en en Planetario de Buenos Aires, Octavo Día.

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Si te reenviaron este mail, soy Leo. Hace seis años publiqué un artículo explicando mi salida, después de casi dos décadas, de un corpoemprendimiento y me convertí en algo así como "el hada del largo plazo", ayudándote a ser cada día un poco mejor, con ideas, artículos, noticias comentadas y herramientas.

Gracias por leer, que te hagas una excelente semana.

Leo Piccioli

Autor y conferencista

PD: Recursos Humanos, ¿Ángel o Demonio? es el nuevo video de CEO en Camiseta.