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🎉🎉🎉 Empieza la 7ma Temporada | CEO en camiseta
¡Buen lunes! Hoy en CEO en camiseta:
Comienza la séptima temporada y Juan y Pedro toman diferentes caminos, ¿con quién te identificas?
Un plan de crecimiento en LinkedIn
Un lanzamiento imperdible
Y más...
Hoy, 24 de enero de 2022, doy formalmente comienzo a la Séptima Temporada de mis artículos. Sí, con mayúsculas, porque me impresiona.
Cuando dejé mi carrera corpo-emprendedora, estaba convencido de que "me quedaría sin contenido" y planeaba alternativas para ese momento.
Pero, aquí estoy. Y en buena parte gracias a ti, estimado lector, que me desafía, propone, pregunta y contesta.
Mi objetivo de "Ayudar a líderes a liderar mejor" sigue tan vivo como aquél día; con el tiempo encontré que el área de oportunidad más importante era el largo plazo y, así, me convertí en un pesado. Largo plazo esto, largo plazo aquéllo, LP más allá...
¿Por qué tanto contenido gratis? Casi como un acto de fe ayudo a escala, convencido de que suficiente volverá como para que el modelo sea sustentable. Sí, está sucediendo, por eso estoy en mi séptima temporada (me cuesta creerlo).
De nuevo, entonces, gracias.
Estoy planeando volver a hacer vivos, esta vez seguramente en LinkedIn; si tienes alguna sugerencia de temáticas y horarios, cuéntame respondiendo este email. Un tema que puede ser interesante es "El futuro del trabajo", con el flujograma que compartí la semana pasada.
Te deseo que te hagas una excelente semana.
Leo.
PD: Si te reenviaron este mail, puedes suscribirte gratis, seguir leyendo o reenviarlo a alguien más a quien le pueda servir. Si no te gusta, mándaselo a tu peor enemigo borrando esta frase antes.
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S07E01 Juan y Pedro se fueron al río

Juan y Pedro se fueron al río. Ocurrió hace diez años, un día muy especial: frente al río estaba la oficina de la multinacional en la que habían entrado como pasantes, ya casi terminando sus estudios en la universidad.
Desde que se conocieron se sentían hermanos gemelos. Ninguno olvidaría ese momento de película en el que a Juan se le cayó el bolígrafo, el primer día de clases de Análisis Matemático, mientras trataba de entender la función límite. Pedro, al escuchar el tintineo, bajó la cabeza para levantarlo. De película, porque ambos se golpearon la cabeza, se miraron enojados y, en un milisegundo, comenzaron a reír a carcajadas.
Así empezaba una amistad inigualable que incluyó momentos mágicos como travesuras a profesores, el clásico juego con la manguera y música de los ochenta en un jardín (Wake me up before you go, obvio) o compartir el plato de espaguetis para notar recién al final que era uno solo larguísimo. Y también incluía los sueños de éxito, ya que ambos eran muy inteligentes y ambiciosos.
Ese primer día de trabajo fue el final y el principio: con la sensación de haber llegado, de haber logrado un paso que parecía imposible tiempo antes, se convertían nuevamente en aprendices.
Todo final es un principio, todo principio es un final.
“Nunca olviden que Dios les dio dos orejas para que escuchen el doble de lo que hablan”, dijo la supervisora que los recibió, con tono de sargento. “Y nunca, pero nunca, dejen de aprender”, agregó.
Cuando lograban algo importante, ambos celebraban. Pero Juan lo hacía mucho más que Pedro, como si hubiera llegado al Everest, cada vez. De hecho, a veces Pedro se enfocaba un poco menos en el resultado y parecía no tan contento por la forma en la que había alcanzado su objetivo. “Fue suerte, y la suerte va y viene”, decía.
La suerte, por definición, se distribuye pareja entre todos: a largo plazo siempre gana el más preparado.
No todo les salía bien, claro. Cuando Juan fallaba en algo, realmente sufría: revisaba todo lo hecho, trataba de aprender pero, al mismo tiempo, se castigaba. Pedro, en cambio, se enfocaba más en el proceso, sin darle tanta importancia al resultado.
El éxito en los procesos garantiza, a largo plazo, el éxito en el resultado.
Un día sucedió lo que ambos esperaban, y de la mejor forma. Les ofrecieron, a los dos, ser supervisores de sus respectivos equipos. “Gracias, gracias por confiar, muchas gracias”, Juan y Pedro agradecieron repetidas veces. Pero sentían, internamente, que no estaban listos. Tenían 26 años, poca experiencia de empleados y ninguna de jefes. Juan leyó “Gerente primerizo” y aceptó. Pedro lo pensó más tranquilo y rechazó el puesto.
Cada “no” que decimos fortalece los pocos “sí” que deberíamos dar.
Alguien de Recursos Humanos citó a Pedro a un Zoom. “Creo que no entendiste: si no aceptás, te vas a estancar en donde estás. Está muy mal visto no querer crecer en la organización.” Pedro se angustió un poco, sintió la presión y se preguntó si el objetivo de esa persona era ayudarlo o cumplir sus propios objetivos. En el fondo, sentía incorrecto aceptar algo para lo que no estaba preparado. Cuando se lo contó a sus amigos, la respuesta fue: “Nunca nadie estuvo preparado para su primer puesto de jefe”. Y luego: “No importan tus sentimientos, lo que importa es crecer”.
Como por arte de magia, esa frase destrabó todo. Su “no” se hizo mucho más rotundo.
Si afecta nuestros valores, es difícil racionalizarlo: lo llamamos “sentimientos”.
¿Sentimientos en la empresa, Leo? Sí, estamos en el siglo XXI y dejamos atrás la esquizofrenia work-life.
Y el bolígrafo cayó de nuevo
Al principio, trataban de verse fuera de la oficina pero, con el tiempo, Juan y Pedro se alejaron. Cada uno siguió su vida. Pedro dijo que “no” a los ascensos dos o tres veces más, hasta que aceptó. Juan, en cambio, siguió creciendo rápidamente, trabajando casi sin descanso.
Diez años después, la empresa estaba en crisis pero a Juan no le importaba: su propia crisis era peor. Se sentía solo, agobiado y sin futuro. Tal vez tenía síndrome de burnout, quizás no, pero no aguantaba más. Además, en las últimas evaluaciones de desempeño su jefe le había anticipado que no lo estaba haciendo tan bien como se esperaba de él. Tenía miedo. Renunció.
Cuanto más rápido crezcas, más endeble es la estructura.
Cuando a Pedro le ofrecieron nuevamente el ascenso, no sabía que era para ocupar el puesto que estaba dejando Juan.
Se cruzaron en el vano de la puerta de la oficina: uno saliendo, el otro entrando. Cada uno con su cajita de pertenencias.
El bolígrafo de alguno de ellos cayó al piso.
Se miraron a los ojos.
Pedro bajó su caja y, tímidamente, amagó con abrazar a Juan.
¿Qué preferís, un plan de 10 años o 3652 planes de un día?
#Crecer no es obligatorio. Pero si te va bien y estás convencido/a de que podría irte mucho mejor, en marzo comienza el curso “Acelera tu Carrera”, que hago solamente dos veces al año. Si te interesa, escribime.
1. Un audio que debes haber escuchado

73. El método Netflix para que los niños escriban bien y hagan otras cosas bien también | Soy solo, historias honestas de liderazgo para ser feliz en el siglo XXI y más allá — audioboom.com
Uno de mis capítulos preferidos de "Soy solo", con muchas ideas sobre cómo escribir bien - o, al menos, cómo escribo yo.
2. Me piden un curso para crecer rápido en LinkedIn, les doy esto

Imagino que creaste un PLAN de desarrollo de LinkedIn...| Curso: SECRETOS de LinkedIn — www.youtube.com
Una decripción detallada del plan de crecimiento que apliqué en LinkedIn.
Espero te sea útil :-)
3. Para el recuerdo - y para saber que no tenemos ni idea de cómo será el mundo en 10 años

¿Cómo lucía internet 10 años atrás?