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👕 El Futuro de los Asalariados es solo para Valientes

¿Qué hay en el futuro para vos?

Qué preferís, ¿que cambie la empresa o cambiar vos?

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¡Hola hola, pequeño saltamontes!

En este episodio, una visión diferente de la salida de una empresa.

No te pierdas, al final de todo, una propuesta inédita.

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Treinta de septiembre de 2016. Un día más, una decisión que cambió todo. 

Yo sé lo que te estás preguntando.

¿Esa es la sonrisa de la Mona Lisa, sin llanto y sin sonrisa?

Estaba muy contento.

Pero, también, estaba dejando atrás una etapa clave de mi vida laboral y a muchas personas que quedaban en “la jaula de oro”, como me dijeron.

“No aguanto más esto, no soporto a mi jefe y no me dejan hacer lo que hay que hacer”, dije en voz alta, agotado después de algunos años repetitivos.

Era 2012. Manejaba la empresa en Argentina desde 2005 y quería algo distinto.

Primero lo pedí.

Después lo propuse con un plan.

“Hacete cargo de Brasil”, me dijeron, como premio consuelo.

“Pero no es lo que quiero”, respondí.

“Alguien se hará cargo de esa operación - si no sos vos, será tu nuevo jefe”.

En enero de 2013, con algunas condiciones, acepté.

Me dio unos años más de (casi) entusiasmo.

Pero eso que surgió en 2012 seguía ahí.

Una duda, un bichito que crecía, una incomodidad permanente, como una sombra cubriendo mi día a día, nunca achicándose.

Tal vez fueron las noches sin dormir, preocupado por los resultados.

O aquélla borrachera, después de echar gente para mejorar esos resultados.

Quizás simplemente me estaba quedando sin ganas, cansado de los ciclos de tres años en cada puesto.

Tiempo después comencé a construir mi salida.

La foto con la cajita.

“El portazo” del 30 de septiembre de 2016, pensaron muchos.

Pero nunca fue un portazo.

Fui abriendo de a poco puertas, cerrando otras, probando, aprendiendo, creciendo y, sobre todo, construyendo.

Pensar en el largo plazo para actuar en el corto.

Siempre.

Me acuerdo momentos que me descolocaron como cuando alguien cercano me preguntó “¿Cuál va a ser tu legado?”.

O el día que le comenté con cuidado a mis hijos apenas adolescentes que estaba pensando en irme, después de unos 15 años en la misma empresa. Esperaba una crisis de identidad (“Ya no seremos los hijos del CEO de Staples”), pero me dijeron “Era obvio, se veía venir”.

A veces somos los últimos en enterarnos de lo que nos pasa.

Muchas veces corté el teléfono con mi jefe convencido de que era la última llamada. De que me iría al día siguiente.

Hasta que entendí que ese enojo, del que al día siguiente no quedaban casi rastros, era mucho más potente si lo convertía en un plan.

Me acuerdo el miedo que tuve en todo el proceso… ¿Te suena?

Cuando me daba cuenta trataba de convertirlo en acción, en prepararme mejor.

Trataba de no sentirlo. Pero era miedo.

El camino estuvo lleno de aprendizajes.

Nos enseñaron tanto a buscar un trabajo que nadie nos dice como dejarlo.

Sí, dejar el trabajo parece un tema tabú, una tragedia de la que es mejor no hablar.

Y, como siempre, hablar de lo que es mejor no hablar es valioso.

Una parte de mí se puso muy contento con esta encuesta:

Un promedio de 3,8 puestos en la vida laboral. 

Mucho más de lo que trabajó mi tío Vittorio (sí, el que entró a los 20 a IBM en Italia preguntando por el plan de retiro).

Hice una pregunta similar hace unos meses a los suscriptores de CEO en Camiseta:

El promedio de los pequeños saltamontes dio 4,5 empresas.

¡Claramente mis seguidores están más adelantados que la media!

Trabajaremos cada vez en más puestos en más empresas en nuestra carrera.

¿Cuántos puestos tendremos en toda nuestra vida? No lo sé, pero el pequeño saltamontes sabe que me gusta exagerar, llevar a los extremos…

Trabajaremos en tantos puestos que los cambios serán lo normal y la estabilidad lo raro.

Sí, ya sé. Suena raro. 

Tan raro como que puedas ver tu serie favorita a la hora que quieras y sin publicidad.

Tan raro como que me estés leyendo en un celular, cuando hace 33 años todos teníamos teléfono de línea. ¡Y sabíamos los números de nuestros amigos y familia!

Tan raro como que uses inteligencia artificial en ese mismo celular mientras en la empresa tienen software de hace diez años.

O aun peor, que puedas ver tu serie favorita en exactamente el mismo teléfono sentado en el escritorio frente a tu jefe mientras la computadora se reinicia, porque ese software se colgó.

El mundo cambia cada vez más rápido que nosotros.

Cambiando entonces de enfoque, una cosa que pensé cuando ya estaba por empezar mi proceso de salida fue si, en realidad, no les estaba haciendo un favor.

Tal vez la empresa en la que estás también se está aburriendo de vos.

Ese período de cuatro años fue de los más productivos que tuve. Yéndome de la empresa terminé de implementar la metodología de tendencias que le permitió reinventarse y empecé a desarrollar el modelo EAT, que me dio tiempo para construir mi nuevo negocio sintiéndome cómodo desde el punto de vista ético, y muchas cosas más que estoy olvidando o prefiero no dejar escritas.

Tal vez mi salida de la empresa fue parte de mi crisis de los cuarenta. Pero irme me permitió ver con claridad la dependencia que tenía de algunas cosas, lo inseguro que me sentía frente a la falsa seguridad de la relación de dependencia, y cuánto más poderoso y feliz soy fuera.

Fue una montaña rusa de emociones. Pero también fue la mejor decisión de mi vida laboral. A veces, el verdadero poder no está en aferrarse y cuidar, sino en soñar, soltar y saltar.

En ese vacío, que a muchos asusta, encontré no solo libertad, sino una nueva versión de mí mismo. Más fuerte, más feliz.

Por primera vez desde 2016, este jueves 26 tendrás la oportunidad de conversar sobre estos temas conmigo y un grupo limitado de suscriptores. 

Llega la “Reunión con el CEO” para que hagas todas las preguntas y sacarle el máximo valor al artículo de esta semana.

Reservá tu lugar. Cupos Limitados 👇️👇️👇️ 

Exclusivo para suscriptores de CEO en Camiseta.

Par dar más contexto, en el podcast publiqué un episodio especial, fechado y todo:

Y casualmente (o no) publiqué una entrevista a Lucas Lopatín, quien nunca tuvo sueldo, siempre independiente, emprendiendo. Muy interesante.

Que te hagas una excelente semana,

PD: algunos me preguntan cómo funciona el programa de referidos, así que dejé unas instrucciones.

¿Cuántas camisetas le das al episodio de hoy?

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